Diácono.
Es el primer grado otorgado a quien avanza en el camino del Orden Sacerdotal, el diácono transitorio es quién está en “tránsito” para llegar a concluir finalmente en diácono permanente.
Los diáconos pueden colaborar con algunas de las tareas del sacerdote o de las parroquias, sin embargo, en otras no, tal como la administración del sacramento de la Confesión, reservado para el sacerdote.
Existe también el diaconado permanente, que se refiere a hombres que no se encuentran en el camino al sacerdocio pero que sí acogen un modo de vida particularmente definido de apoyo a la Iglesia y, que de igual manera, deben mantener el cumplimiento de votos específicos para apoyar el proceso de evangelización.
Adicionalmente hay que destacar que en el caso de los diáconos permanentes no se trata de una labor social en lo absoluto, sino de un compromiso de vida, para el que de igual manera requiere una formación y la práctica activa evangelizadora, que incluye el apoyo en la administración sacramental hasta donde le es permitido.
La base es de fe eucarística y como tal debe centrarse en una vida plena de acción católica, en un ejemplo viviente comprometido con el evangelio, con Jesús.