Dios es un mar de Amor Y nuestra alma,

uno pequeño

que se alimenta del Mayor…gota a gota



Cápsulas





El Catecismo



¿Sirve ir a Misa?



Los Sacramentos



El Dogma



El Óbolo de San Pedro



Diácono





El Catecismo
El Catecismo de la Iglesia Católica es una guía eficiente para el aprendizaje y la práctica de la fe, es ideal si se puede contar con él en cada hogar, reflexionar sobre sus temas, valorarlos, y ante todo, aprender con fe a vivir las enseñanzas.

No hay que temerle, hay que observarlo y acercarse sin temor al marco de vida que nos brinda son lineamientos nacidos de Dios, para conducirnos a la Felicidad.


¿Sirve ir a misa?


Además de ser un deber dictaminado para los fieles católicos, como parte de la vida del creyente, la principal “utilidad” no radica en cumplir con un precepto, sino en cuánto provecho se saque de ella para la vida, para la nuestra, para la de cada uno individualmente y luego, con el consiguiente reflejo en la vida cotidiana.


En la Misa se nos permite un profundo y rico aprendizaje de la doctrina y nos recuerda cada pasaje de la vida de Jesús para sembrar en cada uno las semillas del Evangelio.


La Misa es un momento de reflexión viva en que Jesús se presenta a acompañarnos “en persona” en la Eucaristía. Es fuente de doctrina y de ejemplo, de práctica, de aprender a interiorizar y a vivir el mensaje de Jesús.


Si no existiera la Misa…¿cuánto no pagaríamos por aprender al menos una pequeña parte de cuánto nos es brindado en ella?


Vivir en Dios es vivir en el Amor, en la liturgia encontramos sólidas bases para ir hacia El. Es un aprendizaje “gratuito”, ya pagado hace siglos por Jesús, solo nos queda aprovecharlo, para entregarlo a los demás, como El nos lo enseñó.





Los Sacramentos



Los Sacramentos que se estipulan en la Iglesia Católica, fueron instituidos por Jesús y son siete: el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, la Penitencia, la Unción de los enfermos, el Orden Sacerdotal y el Matrimonio.


Cada uno de ellos es sagrado, es parte real y viva de la Iglesia. Merecen todo el respeto, la entrega y el esfuerzo por la comprensión de sus misterios. Nos obligan a alejarnos un poco de nosotros y adentrarnos más en Dios. A cambiar la visión solo humana por una más espiritual basada en la fe, sin la fe, serían un simbolismo sin mucho sentido, pero con la fe, llegan a ser una gota de esperanza, alegría y unión con Dios.


Son gotas de alegría que nos regala el Padre, por ello, deben ser vividos a plenitud, es decir, bajo los preceptos de Dios.



El Dogma

Un dogma es una verdad a los ojos de la fe que existe en la Iglesia Católica, basado en la revelación Divina.. Existen varios criterios fundamentales por considerar al respecto para el católico, y el primero quizá en relevancia consiste en que un dogma aceptado y profesado por la Iglesia no puede ser negado por el creyente, no debe ser dudado.

Con ellos por lo tanto surgen otros aspectos a relucir de suma importancia: la profundidad de la fe, la devoción, la racionalidad humana frente a la fe y la confianza en Dios y Su misterio revelado al hombre.

El análisis de los dogmas a la luz de la fe permite el conocimiento a profundidad de la majestuosidad y grandeza del Señor, desde una perspectiva diversa pero siempre íntegra y una sola en el fundamento del Amor de Dios al hombre.
Algunos de los dogmas a modo de ejemplo son: Dios es Uno único (un solo Dios) la Santísima Trinidad (Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo son Uno en tres Personas) Dios es eterno la Inmaculada Concepción de María (fue concebida sin pecado original), la Asunción de María (fue llevada al cielo en cuerpo y alma luego de su vida terrena a la Gloria).

Los dogmas se convierten en múltiples ocasiones en la base de discusión por parte de los ajenos a la fe católica, básicamente, dado que para creer en los dogmas se requiere de la misma fe, quien no perciba, conozca y acepte la doctrina católica por fe, no la aceptará en su corazón y a los ojos humanos, dudará de cada aspecto no comprensible racionalmente en la dimensión humana no trascendente.




El óbolo de San Pedro



Es una colecta anual que se realiza para el mantenimiento de la Santa Sede y de las caridades papales, es decir, a disposición de la Santa Sede sobre cómo obrar con este dinero para ayudar a quien lo considere adecuado en cada oportunidad.


La colecta es voluntaria y cada católico debe considerar en dar de sí para el apoyo de la obra de la evangelización y en este caso particular, con el conocimiento de que también lo recaudado irá para algunas causas específicas que el Sumo Pontífice crea conveniente.


Ciertamente lo principal para el católico es brindar el Amor, al ejemplo de su Creador, no obstante, una colecta especial para fines caritativos permite llevar apoyo material a quien lo requiere y es una muestra de solidaridad hacia aquellos que se encuentran lejos y que no pueden ser ayudados con nuestras propias manos.


Las dudas sobre el uso de los recursos y sus fines pueden surgir en el seno del ejemplo materialista de la sociedad, sin embargo, la confianza del corazón católico debe ser capaz de superarlas por cuanto se convertirían más bien, en un incentivo para alejarse del camino de la caridad, que es el norte en el católico para cada día de la vida, y es la muestra real de la esperanza humana.





Diácono.



Es el primer grado otorgado a quien avanza en el camino del Orden Sacerdotal, el diácono transitorio es quién está en “tránsito” para llegar a concluir finalmente en diácono permanente.


Los diáconos pueden colaborar con algunas de las tareas del sacerdote o de las parroquias, sin embargo, en otras no, tal como la administración del sacramento de la Confesión, reservado para el sacerdote.


Existe también el diaconado permanente, que se refiere a hombres que no se encuentran en el camino al sacerdocio pero que sí acogen un modo de vida particularmente definido de apoyo a la Iglesia y, que de igual manera, deben mantener el cumplimiento de votos específicos para apoyar el proceso de evangelización.


Adicionalmente hay que destacar que en el caso de los diáconos permanentes no se trata de una labor social en lo absoluto, sino de un compromiso de vida, para el que de igual manera requiere una formación y la práctica activa evangelizadora, que incluye el apoyo en la administración sacramental hasta donde le es permitido.


La base es de fe eucarística y como tal debe centrarse en una vida plena de acción católica, en un ejemplo viviente comprometido con el evangelio, con Jesús.